martes, marzo 30, 2010

Reportaje

¿América Latina o el Macondo de García Márquez?

Doscientos años después de haberse independizado de sus metrópolis europeas, América Latina podría parecerse más al Macondo de Gabriel García Márquez que a un continente unido, estable y desarrollado. “Gabo” pone punto final a “Cien años de soledad” después de que vientos huracanados devastaran al pueblo en el cual muchas familias habían depositado sus ilusiones, y las coincidencias son asombrosas. La obra maestra del Nobel colombiano se divide en 20 capítulos que bien podrían ser las 20 décadas de vida de los países de Latinoamérica. En los primeros 16, el escritor narra la fundación y el desarrollo de Macondo, mientras que los cuatro últimos están dedicados al decaimiento de esta tierra prodigiosa que no supo encaminarse hacia el desarrollo, o que tal vez desde que nació ya estaba condenada a desaparecer.

“Porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tienen una segunda
oportunidad sobre la tierra”, advirtió el escritor.


Pero más allá del realismo mágico, y considerando que evidentemente Latinoamérica no desaparecerá como Macondo, esa misma frustración de la familia Buendía, que vivía en un mundo cíclico de tiranos y gitanos, entre insomnios y olvidos, entre guerras, masacres y desdichas, es el sentimiento que hoy podría invadir a muchos latinoamericanos al ver cómo sus países, tan ricos en cultura y recursos naturales y muchos de los cuales están bien posicionados macroeconómicamente hablando, permanecen divididos, con altos índices de pobreza y, peor aún, en manos del populismo.
Actualmente, nueve países de Iberoamérica están celebrando 200 años de su liberación de la Corona española. Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, El Salvador, México, Paraguay y Venezuela (con España como invitada) conforman el “Grupo Bicentenario”, una instancia multilateral constituida en diciembre de 2007 en Santiago de Chile para organizar y celebrar los procesos de independencia de los países americanos.
Sin embargo, al margen de los fuegos artificiales, de los discursos y de los debates, Latinoamérica (no sólo este grupo de Estados bicentenarios sino todo el continente) es un lugar donde las desigualdades sociales son evidentes, donde las instituciones políticas aún no se han consolidado en un nivel óptimo y donde hablar de integración es –por ahora– sólo un sueño.

Rica, pero dividida
Escenario de desarrollo de grandes culturas, como los Aztecas, los Mayas o los Incas, Latinoamérica es un lugar diverso, rico en recursos naturales (sólo Sudamérica posee el 42% de las aguas dulces del mundo), tradiciones y manifestaciones artísticas. Sin embargo, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) califica a esta región como “la más desigual del mundo”.
Esto lo sabe muy bien el periodista y analista económico español Hernando Fernández Calleja, quien asegura que “comienza a ser problemático hablar de Latinoamérica en otro sentido que no sea el sencillamente geográfico”.
Fernández Calleja añade que actualmente no es posible considerar a Latinoamérica como un todo debido a las profundas diferencias en cuanto al grado de desarrollo social, político y económico entre sus distintos países. “Hay enormes diferencias en la cultura económica de los países latinoamericanos, muy diferentes actitudes de la población y, sobre todo, algo que me parece fundamental: que el Estado de Derecho, es decir, el imperio de la ley, no rige en todos los países por igual”, sostiene.

En distintas direcciones
En Latinoamérica existen numerosos tratados, alianzas, comunidades y áreas de libre comercio que apuntarían a la integración económica y política y a la reducción de la pobreza, entre otros aspectos. Sin embargo, en la práctica, se trata de organismos que no han cumplido sus objetivos de integración y que han creado “islas” en el continente que se mueven hacia distintas direcciones.
Entre éstos destacan la Comunidad Andina (CAN), el Mercado Común del Sur (Mercosur), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), la Organización de Estados Centroamericanos (Odeca) y la recién creada Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELC), entre otras de menor trascendencia o que ya han muerto.
Asegurar que estos organismos no han cumplido sus objetivos se basa en hechos. La CAN, que nació en 1969 con la suscripción del Acuerdo de Cartagena, actualmente la integran Ecuador, Bolivia, Perú y Colombia (Chile y Venezuela se retiraron en el camino) y, aunque se trata sólo de cuatro países, dentro de ella existen dos subgrupos. Por un lado, Ecuador y Bolivia congenian con la Alternativa Bolivariana para la América (ALBA), que promueve el presidente venezolano Hugo Chávez Frías para luchar contra el “imperialismo yanqui”, mientras que Perú y Colombia son países que apuestan por el libre mercado sincero y que han suscrito tratados de libre comercio con Estados Unidos y la Unión Europea (UE).
Hugo Chávez, que formó la ALBA como contrapropuesta al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que lidera Estados Unidos, marca una de las tendencias políticas a la cual muchos países latinoamericanos se van adhiriendo.
Luchar contra el “imperio” de EEUU “que explota a Latinoamérica” y el sistema neoliberal que –según Chávez– sólo quiere enriquecer a los más ricos y oprimir a los más pobres, son dos aspectos que el mandatario venezolano utiliza como armas de su “lucha”.
Para el profesor de Historia Política en la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid Manuel Álvarez Tardío,

“Hugo Chávez representa el camino del suicidio, del aislamiento, de la
repetición de errores, y todo con un precio muy alto para la libertad y el
pluralismo”.


Fernández Calleja considera lo mismo: “Los nacionalismos, sean internos dentro de una misma nación o sean de la nación frente al exterior, son siempre perjudiciales porque interponen fronteras artificiales a la creación de riqueza. Hoy, la clave del crecimiento económico y, en paralelo, del progreso de las poblaciones, es inseparable de la globalización, que es un fenómeno del que no te puedes apear en marcha, porque te quedas en la marginalidad”.
Aun así, la ALBA izquierdista que creó Chávez con el ex presidente cubano Fidel Castro en La Habana en el 2004, a pesar de sus ataques contra la libertad de prensa, de sus contradicciones y de su populismo extremo que está generando más pobreza y está acabando con la clase media en Venezuela, ha dejado de ser una simple piedrecita en el zapato de Estados Unidos y de América Latina para convertirse en una plataforma política con numerosos “adeptos”. Actualmente, además de Venezuela y Cuba, la ALBA está integrada por países como Ecuador, Bolivia, Nicaragua, Dominica, Antigua y Barbuda y San Vicente y Granadinas.
Además de la ALBA, no debemos olvidar a la socialista Cuba. El historiador cubano exiliado en México Rafael Rojas, en un artículo de opinión publicado semanas atrás en “El País”, hace referencia a que “en las dos últimas décadas, cada vez que un Gobierno de la zona criticó la violación de derechos humanos en Cuba, la reacción de La Habana fue acusar a dicho Gobierno de ‘lacayo del imperio’ y movilizar a las izquierdas radicales en su contra, utilizando a las embajadas cubanas en la región […] En todo caso, la mayoría de los Gobiernos de la región quiere ahorrarse la furia de las izquierdas procubanas y prefiere callar cuando La Habana deja morir a un preso político”.
Ante esto, Álvarez Tardío apunta:

“A estas alturas, veinte años después de la caída del muro de Berlín, ya sabemos
que el capitalismo y la democracia no forman un sistema perfecto, pero sí el
mejor que hemos conocido”.


Rafael Rojas complementa: “[América Latina es] una zona del mundo donde el autoritarismo sigue vivo, a pesar de las últimas transiciones”.
Otro organismo como el Mercosur, que desde 1991 lo integran Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, no ha logrado sus objetivos de integración social, comercial y económica y es considerado sólo como una unión aduanera con imperfecciones.
No obstante, cabe precisar que Brasil ha crecido en términos económicos hasta niveles insospechados, tanto así que ha dejado de ser un país endeudado para ser un país que otorga préstamos, que además integra el grupo del G13 y que en el 2050 podría ser una de las seis economías emergentes más fuertes del mundo (junto con Estados Unidos, China, Rusia, India y México).
Hablar de integración en América Central es una locura, por ello la Organización de Estados Centroamericanos (ODECA) y el Sistema de la Integración Centroamericana (SICA) son prácticamente inexistentes. Pero lo mismo ocurre en Sudamérica, aunque en otro nivel. Vale decir que la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), que la integran desde el 2008 los doce países independientes de Sudamérica (Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guyana, Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay y Venezuela), no ha logrado consolidarse y mucho menos reducir las brechas sociales que existen entre los mismos países y sobre todo al interior de éstos.

Los “líderes” en América Latina
México en el norte y Brasil en el sur. A pesar de la inseguridad que afecta al primero por la presencia de mafias dedicadas al narcotráfico y de las diferencias sociales muy marcadas en el segundo, ambas son las economías líderes en América Latina.
Como ya se mencionó líneas arriba, se estima que en el 2050 ambos se ubicarán entre los seis países emergentes más poderosos del mundo.
Por ahora, México, aplicando una economía cien por cien neoliberal, se ha convertido en la segunda nación de América Latina (sólo superada por Brasil) y es considerado un país emergente situado en la decimotercera ubicación mundial en el ranking del PIB nominal. Aun así, la diferencia social allí es muy marcada entre los ricos y los pobres.
Lo mismo ocurre en Brasil, que se ubica en el octavo puesto del PIB nominal y que como México presenta un Índice de Desarrollo Humano (IDH) alto. Brasil es un país que viene fortaleciendo a su clase media gracias a la aplicación de políticas sociales basadas en las transferencias monetarias a los más pobres, pero aún así casi el 30% de su población vive en estado de pobreza.
En Río de Janeiro, su ciudad emblema y una de las más bellas del mundo, un aproximado de 13% de la población vive en estado de pobreza. Esto se materializa en las favelas, que son “islas” de miseria insertadas en la misma ciudad.
En parecida situación está Chile, considerado como un buen ejemplo de desarrollo pero también como un mal paradigma cuando de distribuir la riqueza se trata. En términos económicos, en el 2020 se estima que Chile, el cual se insertó en el modelo neoliberal desde la dictadura de Augusto Pinochet, será un país desarrollado. Sin embargo, Chile es considerado ahora mismo uno de los cuatro países más desiguales de Sudamérica, junto con Brasil, Bolivia y Paraguay.
Para Fernández Calleja, las desigualdades sociales se podrán reducir cuando haya igualdad de oportunidades en la educación, cuando se fortalezca la clase media en términos económicos y de preparación adecuada y cuando las instituciones estatales se vean limpias de la corrupción y de “poderes paralelos como el de los narcotraficantes”.

“El Estado de Derecho debe tener suficientes resortes para expulsar las
prácticas corruptas, que minan la moral de la gente y que generan desconfianza.
Es todo lo mismo, un círculo vicioso. Así se irá fortaleciendo una clase media
preparada, que es el gran amortiguador de las tensiones sociales”, señala.


Álvarez Tardío agrega que “el camino para el desarrollo, como en otras partes y en otro tiempo, siempre es una mezcla inteligente y prudente de buenas dosis de libertad, seguridad y pragmatismo. Por lo demás, la posibilidad de redistribuir riqueza y dar oportunidades a los más débiles está ligada a la capacidad de una sociedad de generar riqueza en un mundo cada vez más complejo y competitivo”.
Otro caso de crecimiento exitoso, al menos en números, es el de Perú. Si en 1990 el país se desangraba por el terrorismo y la hiperinflación sumada a la corrupción lo tenían en quiebra, actualmente se muestra como uno de los países estables de mayor crecimiento económico en la región, con una de las inflaciones más bajas del mundo, casi exento de violencia terrorista y muy empeñado en abrirle las puertas a la inversión privada y en suscribir la mayor cantidad posible de tratados de libre comercio. En este contexto, ahora Perú tiene un IDH alto, pero sus niveles de pobreza se sitúan por encima del 48%. Una vez más, la desigualdad sigue presente.
Hablando en términos generales, la CEPAL espera que en el 2010 América Latina y el Caribe crezcan a un ritmo del 4,1%, iniciando así la superación del impacto negativo de la crisis económica mundial. Aunque, la comisión proyecta tasas positivas de crecimiento para la mayor parte de los países, explica que persisten dudas sobre si la recuperación será sostenida en el tiempo, ya que el escenario externo aún genera incertidumbre y podría afectar las expectativas de crecimiento de la región.
“Lo peor de la crisis ha quedado atrás. Los motores del crecimiento ya se encendieron nuevamente, pero no se sabe cuánto nos durará el combustible”, advirtió Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, al dar a conocer el informe.
Según las proyecciones de la CEPAL, Brasil encabezará la lista de los países que más crecerán en 2010, con una expansión estimada de 5,5%. Le seguirán Perú y Uruguay (5% cada uno), y Bolivia, Chile y Panamá (4,5%), mientras que Argentina y Surinam crecerán 4,0%. México, en tanto, crecerá 3,5%, al igual que Costa Rica y República Dominicana.

¿Qué se siente desde Europa?
Para el escritor español Johari Gautier Carmona, descendiente de una familia africana que migró al Caribe, quien ahora vive en Barcelona, América Latina se ve desde Europa “como un bloque” preso del atraso y de la inestabilidad.

“A América Latina se la mira casi de la misma forma como se mira a África,
aunque con un despertar político y un ligero progreso económico. Tal vez la
diferencia con África sea que en América se habla en su mayoría el español, el
portugués o el francés. Pero hay muchos estereotipos y un gran desconocimiento
que creo que se basan en el miedo y la ignorancia”, declara.


Al respecto, Álvarez Tardío considera fundamental luchar en Europa contra “el tópico, muy presente en España, de que América Latina es una especie de bloque al que debemos tratar con políticas similares y bajo una misma óptica”.
“Hay muchos elementos importantes para que pensemos en América Latina como una realidad compleja y plural que exige de nosotros un tratamiento igualmente plural. Y no es sólo por cuestiones culturales, lingüísticas o económicas, sino también por las diferencias evidentes de desarrollo político y estabilidad institucional”, agrega.
El profesor de la Universidad Rey Juan Carlos agrega que en España existe una imagen dual: por un lado, la idea indiscutible de que España tiene que ser el lazo de unión de América Latina con Europa –debe tener un protagonismo especial en ese terreno por razones no sólo culturales, sino también políticas–; y, por otro, la idea de que América Latina es una región que cada vez resulta más lejana y más difícil de comprender.
“Tengo la sensación de que el acercamiento de España a Europa la alejó de América Latina. Aunque sólo en parte, pues luego vino la expansión de las empresas españolas y la necesidad de tener una política exterior a la altura de nuestras inversiones”, considera.
Fernández Calleja siente que esa visión de conjunto que se tiene de Latinoamérica en Europa, se desprende ahora del hecho de que la crisis financiera internacional no ha afectado demasiado a Latinoamérica.
“En ese sentido, mi opinión es que no ha ido mal. Pero, claro, hay excepciones en las que, bien por el populismo puro y duro, bien por la arbitrariedad populista (del primero el paradigma es Venezuela; del segundo, Argentina) no puede esperarse un gran progreso, por más que algunas cifras, en el caso de Argentina, oculten en parte la mala situación”, considera.

¿Qué hacer?
Para Fernández Calleja, la clave del desarrollo en la que coinciden la mayoría de los estudiosos es fortalecer el Estado de Derecho. “La vigencia de la ley y de las instituciones democráticas debe estar sobre los gobernantes, e incluso sobre las condiciones de producción de un país. En la inestabilidad, solo invierten quienes no pretenden un beneficio común, sino que sólo especulan, en el peor de los sentidos. La estabilidad de las instituciones es la garantía de los turnos políticos, de la alternancia en el poder de unos y otros partidos y, por tanto, de los límites en el ejercicio del poder. La estabilidad es la base de la continuidad de la formación de los ciudadanos, sin la cual también es imposible progresar”, explica.
Añade que a líderes como Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa “les deberían servir de ejemplo países que han tenido en pocos años un despegue económico y social importante, sin necesidad de ser geográficamente y poblacionalmente tan grandes como Brasil o México. Por ejemplo, Chile o algunos países del Este de Europa después del comunismo”.
Álvarez Tardío piensa lo mismo:

“El capitalismo, como la democracia, requieren de algo básico, que es lo que
probablemente peor está resultando en algunos países de América Latina: la
estabilidad institucional, es decir, que los ciudadanos perciban que se pueden
fiar de sus instituciones, que tienen seguridad no ya para sus propiedades sino
para el futuro de sus proyectos, para sus desarrollos personales”.


Agrega que esa seguridad ligada a la estabilidad institucional sólo se consigue consensuando marcos políticos, luchando con firmeza y sin miedo contra los tramposos, los corruptos y los violentos, y creando un Estado fuerte, capaz de redistribuir la riqueza y hacer política social.
“Un Estado fuerte no es, pese a lo que muchos creen, un Estado que no ahoga la libertad, sino un Estado que se muestra firme en la defensa de la libertad”, puntualiza.
De lograrse esto, como agrega Fernández Calleja, “habrá mejores y peores gobernantes, incluso corruptos y falsarios, pero si hay libertad, sus excesos serán corregidos por el mismo sistema. Esa es la clave”.
Pero va más allá: “En cuanto a Europa y también Estados Unidos, lo que tienen que hacer es desterrar el paternalismo y sustituirlo por una cooperación generosa, que no sólo es económica, sino, sobre todo, de formación y de allanamiento de las diferencias culturales y de todo tipo en América Latina. Y también, abandonar sus posiciones proteccionistas, especialmente en la agricultura, para favorecer el comercio internacional y por ende, dar entrada a los productos agrícolas de América Latina y África. Ésa sería una gran aportación”, dice Fernández Calleja, tras puntualizar que Latinoamérica es la mayor región productora de alimentos del mundo.
Por ahora, problemas como el narcotráfico que comparten Colombia y Perú, las injusticias en la distribución de las riquezas que afectan seriamente a Chile, Brasil o Argentina, las crisis políticas de Centroamérica, el nacionalismo, el populismo y la violencia generada por mafias en México, entre otros, son algunos de los retos que deben resolver los países latinoamericanos en los próximos años.
Las condiciones para lograrlo están dadas. Ya lo dijo el propio “Gabo” en 1982, al recibir el Premio Nobel de Literatura:

“No es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una
nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta
la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad,
y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para
siempre una segunda oportunidad sobre la tierra”.


Si esto no se consigue, como lo dijo el uruguayo Eduardo Galeano en “Las venas abiertas de América Latina”, la región incluso podría perder por completo el derecho de llamarse América, “ya que, para el mundo, América hace referencia a Estados Unidos”. De lo contrario, y si esto no se consigue, quién sabe, tal vez América Latina se vea condenada al vendaval garcimarquezano que lo destruye todo y sólo deja polvo, miseria y desolación.

Veronny Neyra conoce 123 países y ha dirigido obras en España, Argentina y Perú
El arquitecto trujillano que construyó un sueño

MADRID, ESPAÑA. Veronny Neyra Bisso es un hombre que ha hecho realidad sus sueños en un mundo donde muchísima gente sólo nace para sufrir. Eso ya es bastante. Lo más curioso es que este arquitecto trujillano no tiene ningún secreto y más bien siempre ha vivido tomando decisiones y emprendiendo proyectos sobre una vieja, trillada pero acertada frase: ‘no hay peor gestión que la que no se hace’.
En los 60, cuando tenía 27 años, y luego de haber forjado una carrera brillante en Argentina y Brasil, Veronny retornó a Trujillo para administrar la empresa constructora de su familia (Constructora Neyra). Aunque planeó quedarse sólo algunos meses, el tiempo fue transcurriendo con rapidez y él se fue involucrando en nuevas responsabilidades.
Fue promotor y docente de arquitectura en el Instituto Tecnológico Chan Chan, fue gestor de la oficina regional del Colegio de Arquitectos del Perú en La Libertad y se convirtió en el primer arquitecto municipal de Trujillo. Además, se encargó de la reconstrucción de Casma (Áncash) tras el terremoto de 1970.
Cuando precisamente el éxito le miraba a los ojos y él le correspondía con arduo trabajo y mucha fuerza y esperanza, un día su corazón le obligó a tomar la decisión más importante de su vida: dejar todo lo alcanzado por cumplir el sueño que tuvo desde niño: conocer Europa y el mundo entero. Y así lo hizo. Renunció a todo, dejó la casa cerrada y el carro cubierto con la funda, alistó maletas y voló al viejo continente sólo con el deseo de aprender, aprender y aprender.
Actualmente, luego de conocer 123 países de los cinco continentes y haciendo una retrospectiva en Madrid de lo que ha sido su vida, Veronny Neyra Bisso, sin lugar a dudas el más exitoso arquitecto trujillano, sonríe de orgullo por lo conseguido, lanza una mirada tierna a su familia y dice –con un dejo español inevitable– “todo es cuestión de proponérselo”.

Sus inicios
El sueño de Veronny siempre fue viajar. Desde niño, cuando estudiaba en el colegio Seminario de San Carlos y San Marcelo de Trujillo, veía con asombro las fotos y los dibujos de aquellas construcciones míticas que los griegos, los romanos y los árabes legaron al mundo. Le apasionaba Roma y su coliseo, Atenas y su Acrópolis, Egipto y las pirámides, España y La Alhambra.
En aquel entonces el pequeño Veronny, de ascendencia genovesa, vivía en el jirón Pizarro y jugaba con sus amigos en la Plazuela El Recreo, “un lugar de grandes recuerdos”.
La edad universitaria lo llevó hasta Tucumán (Argentina), donde ingresó a la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Nacional y al cabo de un tiempo se graduó con éxito. Posteriormente se capacitó en Río de Janeiro y Brasilia y, al cumplir los 27, una llamada telefónica de su padre le hizo retornar a Trujillo para encargarse de la administración de la empresa constructora familiar.
“Como mi padre y mis hermanos iban a ausentarse, me llamaron para que me encargara de la constructora. Sólo iba a estar veinte días o un mes, pero me quedé varios años en los cuales viví una etapa de esplendor”, recuerda Veronny.
El ímpetu juvenil, las ilusiones, los proyectos y las oportunidades se entrecruzaron de tal manera que muy pronto Veronny se vio coordinando la creación de la carrera de arquitectura del desaparecido Instituto Tecnológico Chan Chan. Lo hizo tan bien, que se convirtió en director de la especialidad y docente de dos asignaturas. “Aún las recuerdo, eran Sistemas de Representación y Expresión Gráfica”, anota.
Trujillo, a pesar de ser una ciudad importante, en aquel entonces no contaba con una filial del Colegio de Arquitectos del Perú y eso a Veronny le inquietaba. “Hice todo lo posible para lograrlo, viajé a Lima donde gestioné su fundación y finalmente se logró. El primer decano en Trujillo fue Miguel Ángel Ganoza Plaza, yo era secretario”, narra.
A esto se sumó que el Concejo Provincial de Trujillo carecía de arquitecto municipal y que él precisamente asumió, por primera vez en la historia, ese importante cargo.
“Sólo había ingenieros municipales y por primera vez se creó una plaza de arquitecto municipal. Se convocó a un concurso, se presentaron muchos y el destino me hizo ganar. Así fui el primero, lo cual me llenó de ilusión”, expresa.
Entre la empresa familiar, las clases en el instituto Chan Chan, el Colegio de Arquitectos y el cargo en la municipalidad, Veronny prácticamente debía desdoblarse. Él califica esta etapa de su vida como “muy interesante”. Pero el terremoto del 70 lo llevó más al sur, hasta Casma, una ciudad que había sido devastada por completo.
“Gané un concurso para la reconstrucción y rehabilitación de Casma y me convertí en arquitecto urbanista en esa ciudad. Al poco tiempo me designaron director de la oficina zonal. Todo estaba destruido, todo estaba en el suelo”, recuerda.
Casma fue reemplazando a Trujillo en su vida. Luego de unos años, su zona de trabajo se amplió hasta Huaraz e incluso bajo su dirección se rehabilitó el complejo arqueológico de Sechín. Veronny había llegado a la cúspide de su profesión en el Perú, pero eso no le bastaba: sus sueños lo seguían empujando hacia Europa.

La gran decisión
Como en Perú ya se estaba asentando y era exitoso, Veronny se asustó. Pensó que si seguía así nunca iba a conocer Europa a fondo y mucho menos estudiar un doctorado. Entonces, renunció a todo y dijo: “me tengo que ir”.
“Recuerdo que mi hermano Fernando dijo: ‘yo no puedo entender cómo, haciendo todo lo que está haciendo, Veronny se vaya’. Pero así fue. Yo estaba decidido a ello y lo hice”, cuenta.
La Sorbona de París fue su primera opción, pero estudiar francés para luego inscribirse en el doctorado lo desanimó. Entonces llegó a Madrid, ciudad donde se desarrollaba el Congreso Mundial de Arquitectura. Averiguó qué era lo más conveniente y se inscribió en la Universidad Tecnológica.
Aunque su intención primigenia no era quedarse para siempre, el ir ganando numerosas becas de estudio en España, Italia y Alemania lo fueron consolidando como uno de los más expertos arquitectos del viejo continente.
“Empecé a presentarme a becas. Me gané una muy buena del Ministerio de la Vivienda de España y recuerdo que me pagaban una cantidad nada despreciable. Luego gané otra beca del Instituto de Cooperación Iberoamericana y con ésa terminé el doctorado”, declara.
Batalló mucho para convalidar su título, y lo consiguió. Estudió más cursos de urbanismo y se colegió en España. Se especializó en arquitectura renacentista en Roma y Florencia (Italia), siguió viajando y en 1980 fundó el estudio madrileño que lleva su nombre.
Desde entonces ha desarrollado proyectos urbanísticos, de vivienda y de restauración en Toledo (provincia donde trabajó como arquitecto municipal) y Madrid. A esto se suman las obras que ejecutó años atrás en Argentina y Perú. “Fui el único arquitecto municipal extranjero en el Ayuntamiento de Palomeque, Toledo. Fue muy interesante. Pero nunca dejé mi estudio”, cuenta.
Desde 1985, Veronny fue testigo del crecimiento extraordinario de España. Ha visto el cambio radical de los pueblos y de las ciudades, a muchas de las cuales califica de “preciosas”, sobre todo por su arquitectura antigua.
Ha visto cómo se ha ido expandiendo el asombroso metro de Madrid, así como el aeropuerto, las autopistas, los rascacielos y las avenidas. “Ha habido un auge tremendo y notorio en España, que la llevó a ubicarse como la octava potencia del mundo. Su desarrollo ha sido homogéneo, cosa que debería repetirse en el Perú”, dice.
Aunque la crisis económica golpea ahora a España y el sector construcción es el más afectado, Veronny considera que se trata de un ciclo que terminará. “El boom inmobiliario en España fue impresionante. Se ha construido a niveles superiores de los demás países de Europa. Pero todo lo que sube, baja, y nuevamente se estabiliza. Es un ciclo que pasará y luego volverá otro”, piensa.

Un buen padre
Jorge es un niño de 11 años muy elocuente. Es el hijo menor de Veronny y el fruto del amor que surgió hace 13 años entre su padre y la arequipeña Hortensia Ruiz Fernández, a quien todos llaman ‘Techi’ (se conocieron en Trujillo, pues ella era compañera de estudios de la sobrina de Veronny llamada Marissa).
Jorge, quien de grande quiere ser arquitecto y adora al Perú (aunque nació en España), define muy bien a su padre: “Es el mejor padre del mundo. Me enseña y a veces que me porto mal, me corrige. Él quiere mucho a mi mamá y a toda la familia. Es una persona encantadora y simpática, se merece lo mejor”.
‘Techi’ añade: “Admiro mucho a Veronny. Es una buena persona, un incansable trabajador, muy responsable, amante de su profesión, que es la razón por la cual viaja tanto. Como padre es excelente y todas las cosas que se propone, las consigue. La verdad es que me he sacado la lotería”.
En el hogar de esta familia, ubicado en la exclusiva calle Alberto Alcocer de Madrid, se observan libros y adornos peruanos. Desde un retablo ayacuchano hasta un texto sobre los tesoros incas. Allí radica el interés del pequeño Jorge por conocer muy pronto Cuzco y Machu Picchu.
Por ahora Veronny continúa trabajando en su estudio y asistiendo a todos los congresos mundiales de arquitectura habidos y por haber, en los cuales participa como expositor y pone énfasis en los proyectos de viviendas de interés social. Al ser reconocido y querido en Trujillo, el Colegio de Arquitectos de La Liberad, ni bien se entera de su llegada, ya lo está invitando para que dicte charlas a las nuevas generaciones.
Así es Veronny, un hombre que años atrás también forjó el hermanamiento entre Trujillo de Extremadura (España) y Trujillo del Perú. Un hombre que no deja de soñar. Un hombre apasionado por la arquitectura, a la cual califica de “compleja y maravillosa”. Un hombre que sigue lleno de entusiasmo, optimismo e ilusiones. A buena cuenta, un hombre ejemplar.
‘Maravillas’ de Perú y Latinoamérica en Madrid

Dos ajíes verdes, un trocito de kion y una botella de sillao. No, esto no es chino. Es peruano, como yo. Hace dos meses llegué becado a Madrid para estudiar y realizar prácticas de periodismo, y debo confesar que una de las cosas que más extraño es el saborcito de la comida de mi tierra.
Y es que la gastronomía española es envidiable, pero por desgracia mi paladar reclama constantemente el picante y el ácido andino que hasta ahora no logro probar por aquí.
Dos ajíes verdes, un trocito de kion y una botella de sillao. No es nada, son sólo tres productos peruanos que nunca pensé encontrar en Madrid. El ají está claro que es el chile, mientras que el kion (jengibre) y el sillao (salsa de soja más salada que dulce) son productos básicos de la comida de mi país que acabo de comprar en un lugar de ensueño: el mercado de Maravillas de Madrid.
Ubicado hace 66 años en la calle de Bravo Murillo 122, este mercado madrileño huele a Latinoamérica pero se parece más a una zona liberada en donde no existen nacionalidades, ni color de piel ni idiomas. Aquí todo se resume en algo muy sencillo: un feeling entre el que va a comprar y el que le vende.
Maravillas de Madrid, con sus 220 vendedores, es el mercado de productos frescos más grande de toda España y el centro comercial de barrio mejor equipado de toda Europa.
Cocos, mangos, plátanos machos (maduros) y yucas son algunos de los productos más vendidos. Pero son otros, más exóticos, los productos ‘extraños’ que se pueden encontrar allí. Frutas como el tamarindo, la papaya y el maracuyá, carnes como el lomo argentino, bebidas como la Inca Kola peruana así como conservas, especias y harinas convierten a este lugar en un verdadero paraíso para los latinoamericanos afincados en Madrid.
En mayor cantidad se encuentra productos de República Dominicana, Ecuador y México, pero también los hay de Chile, Argentina, Colombia, Brasil, Cuba, Perú y en general de todos los países americanos. Todos, importados por empresas bien constituidas y algunos pocos que no requieren refrigeración traídos a España como equipaje en vuelos comerciales.
“En Maravillas se puede encontrar todo lo que buscas. Carnes, frutas, verduras, panes y embutidos; desde la seta más extraña que te puedas imaginar, hasta el producto más exclusivo que pueda seleccionar cualquier chef de restaurante gourmet. A partir de allí, la imaginación es suficientemente amplia como para poder encontrar cualquier producto”, declaró el gerente del mercado de Maravillas, Luis Pulido Pascual.
Al ofrecer buena accesibilidad (que incluye área de aparcamiento) y un lugar limpio y moderno, este mercado no sólo provee de productos frescos a los ciudadanos de a pie, sino también a los restaurantes más exclusivos de Madrid.
“Desde restaurantes de cinco tenedores hasta la típica cafetería de menú de ocho euros, todos son clientes de Maravillas. Aquí encuentran lo que buscan”, añadió.
Cerveza Cusqueña, refrescos como Kola Inglesa, pescados que van desde el salmón hasta el bonito, y carnes de todo tipo de animales (tan exóticos como la cebra, el canguro o la rana) se pueden adquirir en Maravillas, mercado que tiene un catálogo de productos en su página web, la misma que permite realizar un recorrido virtual de sus instalaciones.
“Aquí atendemos de lunes a viernes de 9 de la mañana a 2 de la tarde y de 5 a 8 de la tarde. Los sábados estamos de 9 de la mañana a 2 de la tarde. Todo lo que usted imagine, aquí lo encontrará”, dijo Silvana, la vendedora ecuatoriana del puesto denominado ‘Amazonas, productos latinos’.
Y para darle mayor valor, Maravillas también ofrece productos típicos de Asia y del medio oriente. Además, hay comerciantes de perfumes, bisutería, productos de limpieza, papelería, joyas, ropa, zapatos y mucho más.
En fin. Dos ajíes verdes, un trocito de kion y una botella de sillao. Este domingo cocinaré chifa y, aunque sé que nunca igualaré el sabor de una sopa preparada por mi madre, estoy seguro de que con cada bocado realmente me sentiré como en casa.
Entrevista al escritor Johari Gautier, quien acaba de publicar ‘Cuentos históricos del pueblo Africano’
“Podemos aprender muchísimo de África”

La humildad, la solidaridad y las ansias de saber qué ocurre más allá del horizonte son tres cualidades del pueblo africano que el escritor Johari Gautier Carmona descubrió durante dos visitas a Gambia y Senegal, que no fueron precisamente para hacer turismo sino más bien para encontrarse con sus raíces.


Gautier (1979), quien acaba de publicar ‘Cuentos históricos del pueblo Africano’ (Editorial Almuzara), nació en París, pero es hijo de una española y de un descendiente africano que vio la luz en la isla francesa de Guadalupe, allá en el Caribe.

Él asegura que sus abuelos paternos fueron esclavos llevados a América y que su último libro lo redactó para satisfacer “una necesidad de expresar mi africanidad”.

“Soy una persona que me defino por mis orígenes, más que por el lugar donde nací. Y como no pretendo olvidarme de nada, quiero reivindicar a África”, declaró Gautier.

Precisamente, los 18 relatos de su nuevo libro tienen como objetivo limpiar de prejuicios al continente africano, desprestigiado en el mundo occidental donde se le considera como una zona vacía, conflictiva y sin historia. Nada más alejado de la realidad.

El nuevo volumen pretende acercar África a Europa para conseguir, de alguna manera, que el conocimiento de su historia, de sus costumbres y de su realidad social, política y económica quite de la mente del lector los prejuicios y las ideas erróneas que desestiman el gran valor que posee el continente africano. En resumen, proponer que todas las personas somos iguales.


–En Europa y América se conoce a África de una manera desdibujada, a través del cine o de los medios informativos que no reflejan del todo la realidad. ¿Qué es lo que más te impactó en los casi dos meses que estuviste en Gambia y Senegal, previos a la publicación de tu libro?
–Yo viajé a África cuando tenía el libro escrito a la mitad y estuve conociendo el sitio por medio de africanos, conociendo la vida del lugareño y sus costumbres. No estuve en lugares turísticos, sino en contacto con las personas. Lo que más me impactó fue encontrar a gente muy abierta, gente muy curiosa, con una necesidad de conocer qué pasa afuera. Gente que también escucha las noticias, pero no solamente las de su país sino también las de Europa, de Estados Unidos y de América Latina.


–Cosa que nosotros no hacemos con frecuencia…
–Así es, nosotros casi siempre sólo escuchamos lo de nuestro país y nada más, es decir, lo que nos afecta. Por ello, esa apertura me impactó en África.


–¿Qué más encontraste?
–Mucha magia, cultura y diversidad. Gambia, Senegal y otros países tienen entre cinco a seis idiomas y todos los ciudadanos se entienden entre ellos por medio de uno que es el wólof. Pues a mí me impactó esa pluralidad porque podemos estar en países como España o Francia, y esa diversidad a veces nos trae complicaciones. No sabemos nosotros, los europeos, cómo vivir con la diversidad y esos países nos pueden enseñar mucho.


–Nos pueden enseñar más de lo que nosotros imaginamos…
–Nosotros podemos aprender muchísimo de África, a nivel de tolerancia, a nivel de humanidad, a nivel de colectivismo, de familia, de valores y de compartir, y nosotros no somos conscientes de ello. Lo que creo, después de mi viaje y después de pensar, es que en Europa tenemos una forma muy materialista de ver el mundo y esa forma de pensar nos invita a denigrar, a rebajar a los demás, porque no tienen muchas pertenencias, porque no tienen muchas riquezas.

–¿Y esa forma de pensar no la tiene el africano?
–No, allí no se juzga tanto por el materialismo, sino que se respeta a una persona por la edad que tiene. Las personas mayores son vistas con mucho prestigio y siempre se les escucha. Además, en la familia los hermanos se respetan y hasta un primo puede llegar a considerarse como un hermano. Por ejemplo, si a un niño se le muere la madre, que es un caso extremo, va a vivir a la casa de la tía y ella lo acepta como si fuera su hijo. Esta solidaridad que hay en África, nosotros podemos aprenderla.

–¿Entonces crees que la solidaridad se ha perdido en Europa?
–Sí, y si la ha habido en Europa, creo que se ha perdido hace mucho tiempo. Ya no nos acordamos de ello. En España sí existía la familia sólida, pero hace ya 20 ó 30 años. Ahora nos hemos distanciado, ya ni nos acordamos de nuestros familiares.

–A pesar de todo esto, en África hay evidentes problemas a niveles sanitario y de infraestructura. ¿Qué se podría hacer? ¿Qué debería hacer el mundo occidental o los mismos gobernantes africanos para lograr el desarrollo?
–Es una pregunta muy discutible porque cada uno tiene un punto de vista. Además implica planteamientos políticos. Yo siempre parto desde el punto africano: no hay que ser victimista. El africano también debe aprender a escoger su camino. El primer paso es que los líderes africanos se responsabilicen y piensen en su pueblo. Hay que pensar que el pueblo africano es un pueblo de paz. En la gran mayoría, el pueblo africano desea la paz. Lo que pasa es que, por la situación política, tenemos a líderes africanos que se dejan corromper o que se dejan llevar por los intereses de otros países europeos. Entonces, África tiene que llegar a esa unión que se empezará a forjar cuando sus líderes trabajen para el pueblo.

–Y desde Europa, ¿qué se puede hacer?
–Pues nosotros, los europeos, primero debemos pensar que los africanos tienen dignidad y que los africanos nos han cedido muchas cosas. África no es un continente vacío, tiene 3000 ó 4000 años de historia y es un pueblo tan digno como el nuestro, o más.

–Esa idea la quieres posicionar con tu nuevo libro…
–Así es. Todo el mundo tiene que pensar que el otro es tan digno y valioso como uno.

–España es un país que recibe una gran cantidad de inmigrantes, sobre todo marroquíes, y eso a las personas parece que les ha generado un problema. O, tal vez, se han acrecentado los prejuicios. ¿Qué hacer en España ante esta situación para promover la tolerancia?
–Esa es una muy buena pregunta. Hay que volver atrás para discutir y dialogar y recordar que los españoles hace muchísimos años atrás eran muy cercanos del pueblo árabe y del africano también. Estamos hablando de muchos siglos atrás y a lo mejor estoy retrocediendo demasiado. Pero también tenemos que ir hace sólo 50 años, cuando el español era el que emigraba, el que se iba. Tenemos que ir a esos años cuando el español viajaba al sur de Francia, cuando era considerado como un inmigrante miserable y nosotros, españoles, que ahora recibimos a gente de afuera, no tenemos que ser así. Tenemos que hacer un esfuerzo de memoria y considerar a todo mundo como una persona digna, que se quiere ganar el trabajo y que no viene a ‘robar’ trabajo, sino a enriquecer a un país y a enriquecerse él también. Hay trabajo y dinero para todos, digamos. Hay que hacer un esfuerzo de memoria y un esfuerzo de educación, también.

–La educación, en todo caso, es primordial. Habrá que hablar más de estos asuntos que no se están tocando, o que se están tocando mal en los colegios.
–La educación debe ser humilde, abierta y con varios enfoques. No sólo un enfoque patriótico porque al final la historia se puede manipular. Hay que presentar la historia de una forma global y decir que en algún momento España ha sido una potencia y en otros, una víctima. Que detrás de esos capítulos de la historia siempre hay hombres que sufren y hay que pensar en ello.

–Volviendo al libro, ¿cómo está dividido?
–En total son 18 relatos divididos en dos capítulos. En el primero hablo de la antigüedad africana, del período clásico y del período colonial y poscolonial. La segunda parte es la historia del pueblo africano en las Américas. Hablo de Centroamérica, pero también de Colombia y otros países donde hubo rebeliones.

–¿Qué cambio esperas lograr en tus lectores?
–Mi objetivo es llamar la atención y transmitir la curiosidad al lector. A mí me gustaría que, después de que alguien leyera este libro, pensara que la historia negra es interesantísima. Mira, voy a descubrir un poquito más, voy a mirar en Internet y voy a buscar sobre las rebeliones de los africanos, de los cimarrones, o de los reyes africanos en Sudamérica o voy a comprarme tal libro sobre la historia del imperio de Malí en los años 1300. Eso me gustaría. Transmitir esa curiosidad o gusto por la historia. Ojalá que lo consiga.


MÁS DETALLES
- ‘Cuentos históricos del pueblo Africano’ fue publicado hace dos semanas en Barcelona, ciudad donde reside el autor.
- Johari Gautier Carmona es miembro del Centro de Estudios Africanos. Ha cursado un postgrado sobre las Sociedades Africanas y escribe en distintos medios artículos sobre África y el Caribe.
- Autor de la novela ‘El Rey del Mambo’ (Ediciones Irreverentes, 2009) también ha publicado cuentos de ficción en antologías como ‘Qué me estás contando’ de la Editorial Hijos del Hule e ‘Historias Verdaderas’ de Silva Editorial. Es el ganador del premio ‘Relatos de viaje de 2007’, organizado por Ediciones del viento y vagamundos.net, entre otros.

jueves, marzo 11, 2010


De fútbol, pollas y polladas

Todos los días reviso la página web de mi viejo diario trujillano para enterarme de qué diablos está ocurriendo en mi ciudad. Aunque a menudo encuentro historias de muertos, de corrupción y de políticos que dicen burradas, ayer hallé una pequeña nota sobre la derrota del Real Madrid ante el O. Lyon de Francia, partido que no vi en el Bernabéu (sería una locura meterte en un estadio con este frío) sino en casa, acompañado por el padre de mi novia y su hermano, o sea el tío de mi novia.
Con ellos he vivido dos días bastante divertidos en Madrid y sobre todo apartado de aquella imagen del suegro que te interroga para descubrir “las verdaderas intenciones que tienes con mi hija” y del tío ése que echa candela “porque mi sobrina es un ángel”. En fin. La he pasado muy bien.
Y pues, como Real Madrid es “un barco que no llega a buen puerto” (frasecita trillada pero que en España se utiliza mucho) y como mi futuro suegro y el tío de mi novia son hinchas del Atlético Madrid y además yo vivo muy cerca del estadio Calderón (tan cerca que cuando el equipo rojiblanco juega, las paredes de casa retumban por los gritos de la afición) no me queda opción alguna que convertirme desde hoy en hincha del popular y querido Atleti. Vaya tontería pues a mí el fútbol me viene y me va, pero... qué le voy a hacer, ¿no?
Al margen de ello, me llamó mucho la atención el cómo empezaba la nota que escribieron en la web de mi diario peruano. “Golpe en la polla”. ¿Qué cosa?, pensé de inmediato. Claro, intuí que se trataba de un error, ya que ¡golpe en la polla!, ¡por Dios!
Me imaginé qué diría un español (peor si fuera hincha del Real Madrid) si leyera eso. Una de dos, o se reiría mucho, o lloraría de pena (o de dolor por el golpe). Me intrigó tanto saber el por qué habían iniciado la noticia dándole un golpe en las bolas al Real Madrid y escribí un correo al webmaster peruano, amigo mío por cierto.
“Esa entrada equivale a que en España un periodista que hubiera cubierto un partido entre Alianza Lima y Universitario o cualquier equipo sudamericano (cosa impensable porque aquí esos equipos no existen) iniciara su nota con un: ‘Golpe en la ping…’, para el perdedor de ese supuesto partido”, le comenté en el correo.
Sin embargo, luego me enteré de que la expresión “golpe en la polla” se utiliza en el mundo futbolístico peruano. Se dice así cuando el resultado de algún partido es contrario a lo que se esperaba y, peor aún, cuando el equipo en mención queda eliminado (como el Real Madrid en la Champions League).
En realidad me hace mucha gracia todo esto porque en la agencia de noticias donde estoy haciendo la pasantía, aquí en Madrid, se sienta a mi costado un gallego que es muy buena gente y que hace un tiempo trabajó en una ONG donde precisamente sus jefes eran peruanos. El otro día me contó que una vez el peruano se le acercó y le dijo: “Diego, este fin de semana haremos una ‘pollada’ bailable con los niños y si quieres anda para divertirnos un rato”.
El gallego, según me cuenta, quedó tan sorprendido y asqueado por lo que escuchaba que en su mente calificó a esos peruanos de seres de otro planeta, de sucios y pervertidos. Pues claro, sabiendo que en España el término “polla” se refiere al órgano sexual masculino, ¿se imaginan qué pasó por la mente del gallego cuando lo invitaron a una “pollada” bailable con niños?
Cuando me contaba aquel episodio, sufrí un ataque de risa pues nunca imaginé que una “pollada” podría ser asociada con algo sexual. Cosa rara, pero muy divertida, esto de vivir lejos de casa.