martes, febrero 17, 2009






















Imágenes de una ciudad que lo tiene todo
Buenos Aires en blanco y negro






BUENOS AIRES, ARGENTINA (ENVIADO ESPECIAL). El bus demora más de dos horas desde el aeropuerto internacional Ministro Pistarini hasta el centro de Buenos Aires. Diferentes barrios van quedando atrás, pero el verdor del césped y de los álamos distraen la mirada y convierten el largo trayecto en una oportunidad para contactar, aunque detrás de una ventana, con la naturaleza. Es cierto, Buenos Aires es la ciudad más europea de Sudamérica. Aquí se respira a modernidad, a orden, a limpieza, a tango, pero también a pobreza. Ojo, no olvidar, Buenos Aires está en Sudamérica.
Zapatillas y agua fría bastan para conocer la capital argentina, que por estos días registra una temperatura superior a los 38 grados centígrados. El paseo puede comenzar en el corazón mismo de la ciudad: la Casa Rosada, sede del despacho presidencial, que data de 1594 pero que las refacciones posteriores la convirtieron en un palacio de estilo neoclásico.
Este histórico edificio, donde la estadounidense Madonna cantó en 1996 Don't Cry For Me Argentina para la filmación de Evita, se ubica en la Plaza de Mayo que, si la comparamos con Lima, equivaldría a la Plaza de Armas. El lugar impresiona por su belleza arquitectónica, pero también por ser sede de las manifestaciones políticas, sociales y culturales más sórdidas y sorprendentes, pintadas con spray o avivadas con banderolas y palos. Por ello, no es raro encontrar, frente de la misma Casa Rosada, inscripciones como: “Sin justicia jamás habrá paz, libertad a la calle” o “Estudiantes en lucha”.
Hay dos opciones para continuar la marcha. La primera es ingresar a la Avenida de Mayo y recorrer las calles más céntricas de Buenos Aires. El lugar ofrece diferentes cafés, desde los más modernos como el inglés Harmony hasta el legendario Tortoni, con más de 150 años de funcionamiento. Allí también existen hoteles de tres estrellas como el Tandil, donde la habitación matrimonial no supera los 100 pesos argentinos (95 soles), convirtiéndose en buena alternativa para hospedarse.
La segunda opción es caminar hacia la plaza trasera de la Casa Rosada, desde donde se puede ir a la avenida 9 de Julio, la del famoso obelisco (que en realidad no tiene mucho de atractivo) o seguir directo hasta Puerto Madero, totalmente remodelado, con un puente giratorio que representa a una pareja danzante de tango. Restaurantes y más cafés funcionan alrededor del río de la Plata, desde donde también parten los barcos hacia Uruguay, con atracaderos en el pueblo de Colonia, Montevideo o la exclusiva playa de Punta del Este (el viaje puede durar entre una y tres horas).
La caminata continúa. Ya hemos dejado atrás el impresionante Edificio del Ejército y el Teatro Colón (clausurado por refacción). Cruzamos un barrio moderno, con construcciones que sobrepasan los 30 pisos y llegamos a la Reserva Natural. El lugar conserva cientos de especies de fauna silvestre y vegetación. Repelente y bloqueador solar son muy útiles. Para paliar el hambre nada mejor que un sándwich de bife o chuleta de cerdo que venden numerosos carritos en la calle. Son exquisitos y combinan muy bien con una gaseosa llamada Paso de los Toros, con sabor a toronja.
El camino de vuelta nos lleva a las calles céntricas. Desde cualquier estación se puede abordar el subterráneo, que nos lleva a los barrios de San Telmo (tradicional y bohemio), La Boca (histórico y pintoresco, resalta por la calle Caminito), Palermo o La Recoleta. Precisamente en este último se ubica el cementerio de La Recoleta, donde se encuentra el mausoleo de María Eva Duarte de Perón o simplemente “Evita”. Al lugar se accede de forma gratuita.
A las playas del río de la Plata como Malvín y La Pantalla se accede en buses que circulan por el centro. Allí se puede degustar una buena parrilla o tomar algunas cervezas Quilmes. Para terminar el recorrido debemos acudir, obligatoriamente, al delta del río de la Plata en la localidad de Tigre. Allí se llega en tren. El viaje demora casi dos horas y luego se abordan embarcaciones que se internan entre las aguas y la vegetación.
Si le añadimos sus museos, casonas, centros comerciales, milongas, bares y sobre todo el calor y picardía de los porteños, nuestro viaje a Buenos Aires se convierte en una aventura inolvidable. Sí, es cierto, es una ciudad que lo tiene todo.