jueves, setiembre 23, 2010

Escritor Eduardo González Viaña habla en exclusiva con La Industria en Madrid

“Ni la más inmensa muralla frenará la inmigración en Estados Unidos”

MADRID. Considerado en el mundo de la literatura como ‘El escritor de los inmigrantes’, el liberteño Eduardo González Viaña (Chepén, 1941) es un hombre con un claro ideal de desarrollo humano impulsado por la igualdad de oportunidades, la libertad de pensamiento y la integración de los pueblos.
El autor de ‘El Corrido de Dante’ y ‘Vallejo en los infiernos’ actualmente se encuentra en Europa, un continente que lo hace rememorar sus años mozos y que le permite dar un respiro para luego retomar sus tareas como docente y escritor en Oregon (Estados Unidos) y Perú. La Industria lo contactó en Madrid y lo entrevistó no sólo sobre su última novela (‘El amor de Carmela me va a matar’) sino especialmente sobre la inmigración de latinoamericanos en Estados Unidos, la política y la economía en Perú y el reto sudamericano de lograr que el desarrollo económico se convierta en desarrollo humano.

-La migración es para usted el fenómeno social más importante de la humanidad y las personas lo consideran ‘El escritor de los inmigrantes’. ¿Por qué empezó a escribir de los inmigrantes?, ¿cuál fue la motivación que lo llevó a enfocarse en ese fenómeno?
-Yo vivo desde hace 20 años en Estados Unidos. Llegué allá como profesor de la universidad de Berkeley y luego continué como profesor de la Universidad de Oregon. Soy testigo de la migración masiva en ese país. El sur se está volcando en el norte y el norte tiene que tratar con el sur de igual a igual. Cuando comienzo mis clases suelo conversar con mis alumnos y les pregunto cuántos tienen un automóvil norteamericano y cuántos uno fabricado en otro país. De 20, 18 tienen un carro japonés y uno o dos tienen un Ford. Si los norteamericanos no compran los productos de su país, ¿quién los compra? Claro, los brasileños, argentinos, peruanos, colombianos, ecuatorianos, etc. Si ellos en un momento determinado dejaran de comprar esos productos, EE.UU. se iría a la ruina.

-¿Cómo observa el fenómeno de la inmigración de latinoamericanos a EE.UU. en un contexto de crisis económica? ¿Siguen llegando tantas personas y familias como años atrás o el fenómeno ahora es inverso, es decir de retorno?
-La migración es un fenómeno paralelo al de la globalización. La globalización es la internacionalización de bienes y servicios, la desaparición de las fronteras, vale decir que cuando tienes una laptop o un celular, estás globalizado. En el mundo actual las fronteras han perdido sentido. Ahora, los negocios se hacen a través de medios rápidos e inmediatos que han sobrepasado las fronteras. Entonces, el capital ya no conoce fronteras. Pero tampoco debería conocerlas el trabajo. Vale decir que si la Kentucky Fried Chicken tiene el derecho de instalar una tienda en Sudamérica, el mismo derecho debería tenerlo cualquier peruano, colombiano o español de irse a cualquier otro lugar y vender su fuerza de trabajo.

-Pero en la realidad, los inmigrantes son considerados como perjudiciales en los países industrializados…
-La migración es un fenómeno natural y la inmigración se ha estado produciendo todo el tiempo a lo largo de la historia, es permanente y obvia. Sin embargo, en estos momentos de crisis en algunos lugares los políticos o la extrema derecho buscan formas de satanizar y convertir a los inmigrantes en agentes del demonio, delincuentes o criminales. Eso no tiene sentido. Si fuera así, con la misma lógica se tendría que tratar al propietario de la Kentucky Fried Chicken que es recibido con flores en el aeropuerto.

-Otra razón por la cual no es justo satanizar a los inmigrantes en EE.UU. y Europa es la época en que el fenómeno era inverso, es decir cuando los europeos se refugiaban en Latinoamérica, ahuyentados por el hambre, las enfermedades, las guerras y la muerte. ¿Acaso no se les trataba bien?
-Eso demuestra que la inmigración es un fenómeno permanente. No es algo que se registre en esta última década. Es algo que se ha producido a lo largo de estos 100 años últimos o más, en uno y otro sentido. Las grandes conmociones bélicas obligaron a que la gente de Europa, por ejemplo, se traslade a los países americanos, al punto de que al término de la Primera Guerra Mundial ya había más italianos en Argentina que en Italia, y también españoles. Ese fenómeno ahora se produce en mayor énfasis de Sur a Norte debido a que los efectos de la crisis son más severos con los países pobres. Los países pobres padecen de una crisis permanente, una crisis que afecta todos sus servicios, desde la educación e incluso las condiciones de vida. Esa crisis hace que los latinoamericanos más pobres sean personas que deben conquistar su derecho a ser considerados seres humanos.

-¿Estados Unidos podrá frenar la llegada de extranjeros?
-De ninguna manera. Nadie va a poder prohibir la infiltración de esas personas en EE.UU. Ni la más inmensa muralla, que está construyendo el gobierno norteamericano, va a lograrlo jamás, porque la oferta de vivir en paz y de dormir con el estómago saciado siempre serán mucho más importantes que el miedo a pasar los controles migratorios. Yo no creo que las cosas vayan a variar o que vaya a haber un fenómeno de reversión de un lado a otro en gran escala. Por supuesto que hay personas que están regresando a sus países, pero en gran escala no es posible porque al regresar a su país se encontrarán con que nada ha cambiado. Por propia experiencia, cuando uno está lejos romantiza a su país, le otorga un tópico diferente, pero al regresar constata que las condiciones de vida no han mejorado o que incluso están peor.

-A propósito de la expulsión de gitanos de Francia y de la cuestionada Ley Arizona, ¿cree que la crisis mundial haya exacerbado la xenofobia?
-Cierto. Está ocurriendo lo mismo que en la Alemania de Hitler. La Alemania de la primera postguerra padeció de hambre y grandes necesidades. En esas condiciones era fácil que un demagogo borracho como Hitler se parara sobre la mesa de una cervecería y comenzara a arengar a la gente. En esos casos se produce una polarización de los campos y el racismo se convierte en extremista, en insidioso. Se supone que la causa de todos los males son los inmigrantes, como en la Segunda Guerra Mundial se consideró a los judíos o en Israel se cree que son los palestinos. Esas son consideraciones tan solo dictadas por las vísceras, pero no por la inteligencia.

-¿Qué significa entonces la inmigración en Estados Unidos, por ejemplo?
-La inmigración es lo mejor que le puede ocurrir a un país de los llamados industrializados. En EE.UU. significa la salvación. La salvación del Seguro Social, porque en este año comenzarán a jubilarse los miembros de la llamada Boom Generation, que son los norteamericanos que nacieron en los años 44, 45 ó 46, cuando los soldados volvieron a casa y produjeron un boom poblacional. En estos momentos la cantidad de asegurados se va a duplicar o triplicar y la única manera de conseguir dinero para cancelar esas pensiones es asegurando a los inmigrantes. En realidad ya el trabajador inmigrante ilegal de EE.UU. paga impuestos, aunque no reciba ninguna contraprestación.

-La raíz de la fuga de personas de Latinoamérica es la pobreza. ¿Cómo observa la realidad política y económica de este continente, polarizado entre Hugo Chávez con el ALBA y otro supuesto bloque conformado por las extremas derechas de Perú, Chile y Colombia?
-América Latina se encuentra en uno de los momentos más cruciales de su historia. En algunos países se registra un notable crecimiento económico, pero ese crecimiento económico tiene que revertir y constituirse en desarrollo social. De lo contrario, no tendrá ningún sentido, sino conducirá a los países hacia su propia ruina, ya que el crecimiento económico es producto de unas utilidades mineras que son perecibles. ¿Qué pasará cuando se acabe el oro dentro de diez años? El país volverá a la ruina y será un inmenso agujero negro. Nada tiene sentido si no tiene como destino al hombre. La economía no es una ciencia de cifras, no hay economía sin un objetivo ético y humano. Algunos gobiernos alardean de estar creciendo y piensan que sus respectivos países llegarán pronto a los niveles del primer mundo; ojalá que sea así. Pero, la verdad es que los gobiernos tendrían que preocuparse porque en sus países se alcancen mejores índices de vida y de libertad. Como peruano y latinoamericano, deseo que todo esto se alcance.

-¿En qué se debería centrar el Gobierno Peruano para acabar con las desigualdades sociales?
-Se tiene que lograr que la política se convierta en una tarea humana. Es decir, ética. Si es tan sólo una forma de gobernar con el afán de producir cifras o con el afán de contentar a las grandes corporaciones, entonces eso no nos va a conducir a ninguna parte. La política debe ser una opción ética, una apuesta por el ser humano.

-¿Por quién votaría González Viaña si en la segunda vuelta quedaran Keiko Fujimori y Ollanta Humala?
-Yo nunca votaría por Keiko y me parece que es asqueroso que el Fujimorismo tenga ese tipo de representación, que los fujimoristas, que esta banda de criminales y asesinos y ladrones tengan una representación parlamentaria... Por equidad, entonces, ¿por qué no se le da una representación parlamentaria a Sendero Luminoso? En realidad la guerra sucia ha sido entre dos grupos de homicidas: Sendero Luminoso y el gobierno de Fujimori. ¿Keiko?, ¿quién es Keiko? Es la hija de un criminal que está preso. Yo no creo que tenga sentido que exista una representación fujimorista, pero el hecho es que los medios de comunicación le dan importancia. Los medios crean y destruyen imágenes. Y, por ejemplo, satanizan la imagen de Ollanta Humala, que es un candidato como cualquier otro que puede triunfar o perder de acuerdo con las opciones que proclame. Yo no creo que habría que elegir entre dos grandes males. Digo que Keiko no debería... es como si en Alemania hubiera la opción del Partido Nazi, la opción Hitler o la hija de Hitler.

-Dando un gran giro en el tema, ahora está en España. ¿Qué lo trae por estas tierras?
-He sido invitado por la Universidad de Sevilla para dictar algunas charlas sobre mi tarea literaria y estoy entrevistándome con estudiantes de nivel doctoral o que hacen su maestría. Este hecho me ha permitido venir a Madrid e ir a París, donde tengo otros compromisos. En realidad, cualquier pretexto es bueno para venir a España, porque este país me encanta.

-Por último, ¿de qué se trata ‘El amor de Carmela me va a matar’?, novela que por ahora sólo se vende en Estados Unidos…
-‘El amor de Carmela me va a matar’ tiene el mismo tema de la inmigración pero a partir de una mujer. En ‘El Corrido de Dante’ es la inmigración a partir de un campesino mexicano. Carmela es una mujer colombiana de mediana edad que a través del chat conoce a un gringo viejo y entre ellos surge el ‘amor eterno’. El gringo la invita a viajar a EE.UU. y vivir en San Francisco a su lado. Sin embargo, ella está casada con un tipo a quien ya no quiere. Él abusa de ella, es un músico alcohólico que ha engordado tremendamente. Ella hasta le pone los zapatos. Están como separados por muchos motivos, pero el tipo ha estado espiando su correo, porque tiene su contraseña. A la larga ella viaja hacia el amor ideal, hacia el sueño de América. Sin embargo, ¿qué ocurrirá allá al ser ella una inmigrante ilegal? Lo que ocurre es una suerte de esclavización. El norteamericano, que es pobre, se convierte en algo así como su dueño; le impedirá trabajar, le impondrá sus gustos y hasta le cortará el pelo de acuerdo con su moda chabacana. Incluso, cuando ella va a comprar alimentos colombianos al mercado, él le dice que son productos étnicos. El final no lo puedo contar, lo dejo en suspenso (risas).

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