jueves, agosto 16, 2007

Ruta Inka 2007 visitó el punto más elevado de Bolivia
Viaje al gran Sajama
Expedicionarios pronto cruzarán la frontera y pisarán tierras chilenas.

Con dos españoles y un belga que se acoplaron en La Paz, la Ruta Inka 2007 partió con 117 jóvenes al nevado de Sajama, volcán con 6.542 metros de altitud considerado como el punto más elevado de Bolivia. Esta imponente montaña blanca se ubica en el Departamento de Oruro y los paisajes que la circundan son verdaderamente impresionantes.
Los aventureros dejaron La Paz, algunos con pena y otros con expectativa, y enrumbaron en tres buses hacia el gran Sajama, que se ubica dentro de un parque nacional homónimo. Si el frío de La Paz amilanó a algunos aventureros, en el Sajama la temperatura es tan cruel como una congeladora a máxima potencia. Aquí, realmente, los huesos parecen quebrarse al caminar.
Pero bueno, las quejas deben quedar de lado. El Sajama se observa a la distancia como un gigantesco sombrero de jipijapa, con la cima resplandeciente por la nieve. Un guía explicó que el volcán forma parte de la Cordillera Oriental de los Andes y que, junto con el Salar de Uyuni (el desierto de sal más grande del mundo), conforma los dos lugares turísticos más importantes del país altiplánico.
El Sajama, conquistado por vez primera en 1939 por los austriacos Wilfrid Kühm y Josef Prem, es considerado un volcán extinto y sus laderas lucen, en forma increíble, tupidas por un árbol conocido como queñua, que conforma una colonia vegetal considerada como el bosque más alto del mundo, pues esta especie es la única que puede crecer por encima de los 5.000 metros de altitud.
La visión desde este lugar, donde los vientos frescos inflan los pulmones y donde el viajero se siente en el fin del mundo, ofrece un panorama similar a los paisajes cercanos al Huascarán, con pequeñas lagunas y precipicios cubiertos de nieve ideales para los amantes del andinismo.
Pero no todo es frío en este lugar. La presencia del gran Sajama ha originado el afloramiento de aguas termales que los turistas pueden disfrutar. Como era obvio, los aventureros de Ruta Inka, quienes para encontrar un lugar dónde asearse deben esperar en ocasiones más de un día, se colocaron trusas y bikinis y se lanzaron a las magníficas y medicinales aguas del Sajama.
Para los peruanos, el Sajama fue un lugar de encuentro con un ave conocida en nuestras tierras. Se trata del flamenco (parihuanas), que llevan los colores de nuestra bandera nacional. Estas patilargas voladoras, junto con patos, gaviotas, gallinitas de agua y avoceta andina viven en las lagunas cercanas al volcán y ofrecen un espectáculo único a los visitantes.
Pero no sólo aves se hallan en este lugar. Este parque también es hábitat de numerosas especies en peligro de extinción como el suri, el quirquincho y todo tipo de camélidos (vicuñas, alpacas y llamas), que los pobladores de esta zona protegida por el gobierno boliviano emplean para su transporte.
Cuando los expedicionarios de la Ruta Inka recorrían el lugar, sobrevolaba un cóndor celoso de su territorio. Era la primera vez que muchos de los aventureros observaban a esta ave gigantesca, pero nadie logró fotografiarla. Ya dije, un ave celosa.
Además de numerosas cobijas construidas al mismo estilo de los antepasados, que se observan desperdigadas, en los alrededores del volcán existen dos pequeñas comunidades llamadas Sajama y Caripe, donde los aventureros conocieron algunas técnicas ancestrales de costura tradicional y cocina. “Éste lugar es verdaderamente lo mejor que tiene Bolivia, uno puede estar en contacto con flora y la fauna únicas, así como con gente que aún mantiene las costumbres de sus antepasados. Es realmente impresionante”, dijo Jorge Cueva, trujillano que participa de la Ruta Inka.
La iglesia de la Natividad, enclavada en Sajama, así como la cría de alpacas, llamas y ovejas (cuya lana es utilizada en un centro artesanal de la localidad), fueron otros de los atractivos que observaron los expedicionarios. “Me ha gustado mucho, esto es mejor que estar un la ciudad”, agregó la costarricense Ivannia Villalobos, quien llegó como periodista desde su país para elaborar un documental sobre el viaje.
El tiempo fue suficiente para que los aventureros puedan observar algunos vestigios arqueológicos como Chullperios o pequeñas necrópolis y pictografías de la época precolombina. “No me imaginaba que en esta parte tan alejada podríamos encontrar estas ruinas y estos lugares tan hermosos”, agregó la periodista.Luego de visitar esta zona, los aventureros partieron con destino a la localidad de Uyuni, donde se ubica un salar considerado como el desierto blanco más extenso del mundo. Desde este lugar, donde el frío es aún más crudo, se partirá por vía férrea hacia el pueblo de Calama, en Chile. Los días en Bolivia están culminando con éxito y los aventureros se llevan en la retina imágenes que con dificultad podrían encontrar en sus países de orígenes. Un primer objetivo se está cerrando. Ahora, rumbo al salar…

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