jueves, agosto 16, 2007

Momia de niña inca impresionó a expedicionarios de Ruta Inka 2007
Un encuentro con Juanita
La hermosa Arequipa nuevamente abre sus puertas a los aventureros de todo el mundo.

“Esta noche voy a soñar con la Momia Juanita”. Yalina Delgado Alarcón, expedicionaria peruana residente en Amazonas, quedó impresionada luego de haber visto de cerca el rostro de la Dama de Ampato en el Museo Santuarios Andinos de Arequipa, ubicado a escasos metros de la Plaza de Armas de esta ciudad que nuevamente ofrece su calor a la Ruta Inka.
Fue la textura de la piel y las cavidades oculares vacías de Juanita lo que sobresaltó a Yalina, quien al salir de la sala museográfica se apartó del grupo y sólo trató de imaginar cómo pudo conservarse tan bien el cuerpo de esta joven inca que fue sacrificada hace más de 500 años en el volcán Ampato. “Es increíble cómo puede estar su piel tan lisa, y hasta se pueden ver sus encías con toda su dentadura”, confió la aventurera nacional.
A la Momia Juanita la conocimos a las 10 de la mañana, en una sala oscura y alfombrada. Antes del esperando encuentro con esta pequeña dama hallada en 1995 en el cráter del Volcán Ampato, a 6.318 metros de altitud, la guía turística nos mostró los atuendos y los objetos que se encontraron en su tumba, en un preámbulo interesante pero que también acrecentó nuestra impaciencia por conocer a la momia.
Juanita fue descubierta el 8 de septiembre de 1995 por el antropólogo Johan Reinhard y el peruano José Antonio Chávez, quienes hace más de 25 años son responsables del proyecto Santuarios de Altura del Sur Andino, que apoya la Universidad Católica de Santa María de Arequipa. Los investigadores escalaron el Ampato luego de que un volcán vecino, el Sabancaya, haya botado una fumarola de cenizas que descongeló sus nieves. Entonces, con la cima libre de hielo, los estudiosos escalaron el volcán y encontraron la tumba de esta niña que fue ofrendada a los dioses a los 14 años en 1440, aproximadamente.
A la momia la encontraron en el interior del volcán, pues el descongelamiento rompió la tumba e hizo caer al cuerpo. Por suerte, hubo hielo suficiente para mantenerla refrigerada y evitar que se descomponga. “Una semana después del hallazgo, todos los hielos del nevado habían desaparecido; se encontró a la momia en el momento preciso”, dijo la guía a los expedicionarios.
En la tumba se halló pequeñas efigies de oro, objetos tallados en spondylus, telares y alimentos como maíz y algunas verduras. Los expedicionarios, tal vez por un golpe de suerte, habían realizado uno de los hallazgos más importantes de los últimos tiempos. “Primero colocaron a la momia en una refrigeradora para que no se deteriore y luego el gobierno japonés donó la urna donde ahora se mantiene”, añadió la guía mientras señalaba el recipiente de vidrio donde yace la momia a una temperatura de -20 grados centígrados.
Los exámenes de ADN y tomográficos practicados a la momia en los Estados Unidos revelaron que Juanita (se le bautizó así porque el arqueólogo se llama Johan, que en español significa Juan) tenía 14 años, medía 1,40 centímetros, era muy bella y nunca se había enfermado. Además, se reveló que la muchacha escogida por los gobernantes o sacerdotes incas había gozado de una alimentación balanceada y que la última comida que ingirió estuvo basada en verduras. Sin embargo, lo más importante hallado en el cuerpo de Juanita es una fisura en el cráneo de cinco centímetros, causada por el golpe de una macana, que causó una mortal hemorragia interna.
Según los expertos en rituales Incas, Juanita –junto con otros 17 niños cuyas momias también se han descubierto en nevados de Perú, Chile y Argentina– partió del Cusco con una corte de sacerdotes y personas importantes hacia las alturas del Ampato, importante Apu que probablemente era para los antiguos el causante de los temblores o terremotos que hasta la actualidad ocurren en el sur peruano. Los Incas pensaban que la furia de los Apus era la causante de los movimientos sísmicos (o tal vez también de las sequías), así que para calmarlos les entregaban ofrendas humanas.
Los escogidos para estos rituales, como Juanita, eran adolescentes hermosos, sanos, con buena conducta y probablemente hijos de la nobleza. Ellos, aunque obviamente sentían un temor natural, no consideraban su muerte como una condena sino sólo como un paso hacia el más allá, hacia un encuentro con sus dioses. Una nueva y mejor vida, y no el final de su existencia. Entonces, junto con los responsables de la ofrenda, los seleccionados escalaban la montaña sin ingerir alimentos y en la zona más elevada, donde se pensaba que vivían los dioses, caían arrodillados del cansancio y recibían un certero golpe en la cabeza. Su muerte era instantánea.Viendo a Juanita descansando en esta urna refrigerada, pienso en el calvario que tuvo que vivir esta jovencita de dientes de choclo y ojos achinados. A sus 14 años, en la primavera de su vida, partió a un mundo frío y desconocido donde permaneció más de 500 años, hasta que un día sus dioses calmaron su furia y la hicieron bajar de los cielos para que esta mañana soleada en Arequipa, personas como nosotros la veamos tan lozana y tersa como el día de su muerte. En definitiva, los Apus cuidaron muy bien de Juanita.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si mal no recuerdo Fueron, Johan Reinhard y Miguel Zarate, los que descubrieron a Juanita