Desfile en Plaza de Armas sorprendió a expedicionarios de Ruta Inka
Fiestas Patrias en el Cusco
Mañana domingo parte el tren que conducirá a los últimos ruteros a la maravillosa Machu Picchu.
Las aguas bailaban en la pileta central de la Plaza de Armas del Cusco, mientras que cientos de palomas volaban alborotadas por la quema de cohetes y avellanas. Miles de personas abarrotaban la acogedora glorieta para observar el desfile de Fiestas Patrias y yo, que no pude llegar antes de las 10 de la mañana, encontré en el balcón de una cafetería un palco preferencial para observar desde lo alto la celebración rojiblanca y describir el cómo se vive en la Ciudad Imperial el aniversario de la independencia peruana.
El café humeaba sobre mi estratégica mesa y allí abajo, en la plaza, se celebraba por adelantado la fiesta patria. Justo frente mío, en las escalinatas de la Basílica Catedral, se ubicaba el estrado principal con las autoridades cusqueñas. La banda de músicos del Ejército Peruano interpretaba el Sesquicentenario y delegaciones de colegios, universidades, instituciones públicas y empresas desfilaban con paso galante hundiendo con fuerza el pie izquierdo con cada golpe del bombo.
En las afueras del balcón desde donde observo esta fiesta, flamea una bandera peruana y –a diferencia del día anterior en que una garúa nos humedeció los huesos– esta mañana el sol se pudo de acuerdo con los cusqueños para iluminar sus dominios y relejar rayos de alegría. Las palomas nuevamente vuelan perturbadas en círculo y al retornar a sus escondrijos pasan muy cerca de mi cabeza.
La banda no dejaba de tocar sus acordes marciales y cada bandera colgada en las fachadas de los templos, las casonas y los edificios enarbolaba los sentimientos de amor al Perú en esta ciudad reina del turismo. El ambiente festivo era animado por arengas nacionalistas desde el estrado y los extranjeros que visitaban el Cusco ocasionalmente se llevaron una tremenda yapa.
Volteo la mirada hacia la derecha y observo el templo de la Compañía de Jesús, en cuya parte más elevada tres jóvenes ondulaban una bandera peruana. Yo ni loco hubiera subido tan alto, pero por lo visto ellos son más patriotas que yo… ¿o tal vez temerarios?
Le toca el turno a la Compañía de Bomberos Voluntarios del Cusco y estos hombres de rojo desfilan a bordo de toda su flota, incluyendo una escalera que puede alcanzar hasta 25 metros de altura. Aplausos para ellos, que sin ganar un sueldo del gobierno arriesgan sus vidas para salvar o proteger otras. La banda ahora toca Tacna y entre la multitud aparece la mascota de la Policía Nacional del Perú: ‘Polito’. En total eran dos sujetos disfrazados de sonrientes agentes del orden con grandes escarapelas en el pecho que saludaban a los transeúntes y se ganaban una fotografía de recuerdo. Ellos sí que son policías ejemplares, que no permiten coimas o extorsiones. Agentes de verdad, amigos del pueblo, mejores que muchos otros policías ‘de verdad’ que caen en juegos turbios.
La fiesta también es aprovechada por empresas que entregan volantes publicitarios e incluso productos de muestra como cojines de champú. Claro, las Fiestas Patrias no sólo se sienten en el corazón sino también en el bolsillo y los empresarios saben muy bien esto. Estrategia de ventas muy efectiva en una ciudad cosmopolita donde la mitad de ‘pobladores’ son extranjeros.
El Colegio Nacional de Ciencias del Cusco hace su aparición con su uniforme rojo y la Plaza de Armas retumba con una nueva y extensa banda de músicos que suena tan bien como la del Ejército. Los colegiales son robots que mueven los brazos al mismo ritmo y con una sincronía ejemplar. De pronto, una turba de barristas del Club Cienciano de Fútbol ingresa con banderolas al centro de la plaza y por un momento dio la impresión de ser una gavilla de pandilleros saboteadores que iba a apedrear algún negocio o acuchillar a alguien. Sin embargo, los hinchas cusqueños corren con sus emblemas sin cometer actos violentos y luego se retiran, con la delegación del Colegio de Ciencias, donde nació el Cienciano. Prejuicios y temores infundados.
Las bombardas continúan asustando a las palomas y un perro aturdido corre de un lado a otro en medio de la plaza. El animal está perdido y escapa entre las piernas de la delegación de un colegio. Las banderas flamean, las vivas al país continúan haciendo eco, los extranjeros siguen fotografiando todo lo que se mueve y yo, a estas alturas, debo pedir otro café para no perder mi butaca de oro. Los pasos gallardos siguen vibrando en las calles empedradas de la plaza cusqueña y el sentimiento de ser peruano late fuerte en mi corazón. En realidad, pienso que este amor por nuestra tierra sólo se llega a sentir cuando uno empieza a conocerla, viajando a los pueblos más pequeños del Ande o a las ciudades más desarrolladas. El Perú es mucho más variado y rico que cualquier otro país del mundo y por ello en este día de fiesta previo al gran 28 de Julio sólo podemos decir con fuerza: ¡Viva la Patria, viva el Perú!
Fiestas Patrias en el Cusco
Mañana domingo parte el tren que conducirá a los últimos ruteros a la maravillosa Machu Picchu.
Las aguas bailaban en la pileta central de la Plaza de Armas del Cusco, mientras que cientos de palomas volaban alborotadas por la quema de cohetes y avellanas. Miles de personas abarrotaban la acogedora glorieta para observar el desfile de Fiestas Patrias y yo, que no pude llegar antes de las 10 de la mañana, encontré en el balcón de una cafetería un palco preferencial para observar desde lo alto la celebración rojiblanca y describir el cómo se vive en la Ciudad Imperial el aniversario de la independencia peruana.
El café humeaba sobre mi estratégica mesa y allí abajo, en la plaza, se celebraba por adelantado la fiesta patria. Justo frente mío, en las escalinatas de la Basílica Catedral, se ubicaba el estrado principal con las autoridades cusqueñas. La banda de músicos del Ejército Peruano interpretaba el Sesquicentenario y delegaciones de colegios, universidades, instituciones públicas y empresas desfilaban con paso galante hundiendo con fuerza el pie izquierdo con cada golpe del bombo.
En las afueras del balcón desde donde observo esta fiesta, flamea una bandera peruana y –a diferencia del día anterior en que una garúa nos humedeció los huesos– esta mañana el sol se pudo de acuerdo con los cusqueños para iluminar sus dominios y relejar rayos de alegría. Las palomas nuevamente vuelan perturbadas en círculo y al retornar a sus escondrijos pasan muy cerca de mi cabeza.
La banda no dejaba de tocar sus acordes marciales y cada bandera colgada en las fachadas de los templos, las casonas y los edificios enarbolaba los sentimientos de amor al Perú en esta ciudad reina del turismo. El ambiente festivo era animado por arengas nacionalistas desde el estrado y los extranjeros que visitaban el Cusco ocasionalmente se llevaron una tremenda yapa.
Volteo la mirada hacia la derecha y observo el templo de la Compañía de Jesús, en cuya parte más elevada tres jóvenes ondulaban una bandera peruana. Yo ni loco hubiera subido tan alto, pero por lo visto ellos son más patriotas que yo… ¿o tal vez temerarios?
Le toca el turno a la Compañía de Bomberos Voluntarios del Cusco y estos hombres de rojo desfilan a bordo de toda su flota, incluyendo una escalera que puede alcanzar hasta 25 metros de altura. Aplausos para ellos, que sin ganar un sueldo del gobierno arriesgan sus vidas para salvar o proteger otras. La banda ahora toca Tacna y entre la multitud aparece la mascota de la Policía Nacional del Perú: ‘Polito’. En total eran dos sujetos disfrazados de sonrientes agentes del orden con grandes escarapelas en el pecho que saludaban a los transeúntes y se ganaban una fotografía de recuerdo. Ellos sí que son policías ejemplares, que no permiten coimas o extorsiones. Agentes de verdad, amigos del pueblo, mejores que muchos otros policías ‘de verdad’ que caen en juegos turbios.
La fiesta también es aprovechada por empresas que entregan volantes publicitarios e incluso productos de muestra como cojines de champú. Claro, las Fiestas Patrias no sólo se sienten en el corazón sino también en el bolsillo y los empresarios saben muy bien esto. Estrategia de ventas muy efectiva en una ciudad cosmopolita donde la mitad de ‘pobladores’ son extranjeros.
El Colegio Nacional de Ciencias del Cusco hace su aparición con su uniforme rojo y la Plaza de Armas retumba con una nueva y extensa banda de músicos que suena tan bien como la del Ejército. Los colegiales son robots que mueven los brazos al mismo ritmo y con una sincronía ejemplar. De pronto, una turba de barristas del Club Cienciano de Fútbol ingresa con banderolas al centro de la plaza y por un momento dio la impresión de ser una gavilla de pandilleros saboteadores que iba a apedrear algún negocio o acuchillar a alguien. Sin embargo, los hinchas cusqueños corren con sus emblemas sin cometer actos violentos y luego se retiran, con la delegación del Colegio de Ciencias, donde nació el Cienciano. Prejuicios y temores infundados.
Las bombardas continúan asustando a las palomas y un perro aturdido corre de un lado a otro en medio de la plaza. El animal está perdido y escapa entre las piernas de la delegación de un colegio. Las banderas flamean, las vivas al país continúan haciendo eco, los extranjeros siguen fotografiando todo lo que se mueve y yo, a estas alturas, debo pedir otro café para no perder mi butaca de oro. Los pasos gallardos siguen vibrando en las calles empedradas de la plaza cusqueña y el sentimiento de ser peruano late fuerte en mi corazón. En realidad, pienso que este amor por nuestra tierra sólo se llega a sentir cuando uno empieza a conocerla, viajando a los pueblos más pequeños del Ande o a las ciudades más desarrolladas. El Perú es mucho más variado y rico que cualquier otro país del mundo y por ello en este día de fiesta previo al gran 28 de Julio sólo podemos decir con fuerza: ¡Viva la Patria, viva el Perú!
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