jueves, abril 26, 2007


Ayúdanos San Miguel
En la provincia cajamarquina de San Miguel de Pallaques, una asociación benéfica de ciudadanos y madres de la Congregación Ursulina luchan contra el abandono y se convierten en la única esperanza de los menores sufrientes.

Bajo los cielos añiles, las estrellas y las imponentes montañas de la serranía, se esconden miles de historias de dolor. Cuando un viajero recorre los polvorientos caminos andinos, y sólo observa desde la ventana del ómnibus los cerros, campos y precipicios, ni siquiera tiene tiempo para imaginar que por allí, olvidados por el mundo, hay niños, niñas y jóvenes que claman atención inmediata para mejorar su calidad de vida. O, tal vez, sólo para seguir viviendo.
San Miguel de Pallaques es una importante provincia de Cajamarca, ubicada a sólo seis horas de Trujillo y a más de 2.600 metros sobre el nivel del mar. En nuestra ciudad existen no decenas, sino cientos de descendientes de esta tierra de gente amigable y refinada, fieles descendientes de españoles.
La verde campiña que rodea al poblado es tal vez lo mejor que posee San Miguel. Un visitante que llega por vez primera realmente se siente atraído por los campos y las praderas, las flores y los árboles que se yerguen tan lejos de la infernal humareda y los ensordecedores bocinazos de la ciudad.
Pero no todo es tan perfecto en este lugar. Entre tanta belleza hay personas que no merecen cargar la cruz que la vida les ha entregado. Heriberto Díaz Peralta es uno de ellos. Con 28 años de vida, padece el mal de la elefantiasis y debe convivir con una pierna hinchada casi hasta el punto de estallar. La elefantiasis o filariasis linfática es producida por un extraño parásito (Wuchereria Bancrofti) y se caracteriza por una inflamación de las zonas linfáticas que afecta a miembros inferiores, tercio superior de los brazos, las mamas y el cordón espermático. Es un problema social considerado como una enfermedad de pobres.
Aunque este mal (que se trasmite con la picadura de un mosquito) impide realizar cualquier tipo de trabajo, Heriberto se gana la vida vendiendo helados en San Miguel. Los vecinos lo ven a diario empujando su carrito metálico y ofreciendo sus refrescantes productos. “Camina apoyándose en una muleta y su pierna cada vez está más grande. Lo han llevado a Trujillo para que lo ayuden, pero nadie hasta el momento se ha hecho presente”, relató Iris Abanto Caballero, pobladora de San Miguel que posee una farmacia a escasos metros de la Plaza de Armas.
Pero no sólo la elefantiasis es enemiga de los sanmiguelinos. El Síndrome de Down es otro mal que afecta a numerosos niños, existiendo al menos ocho menores que padecen esta enfermedad sólo en las calles céntricas del pueblo. Aunque sus familiares hacen todo lo posible por ayudarlos a valerse por sí mismos, la carencia de un centro de rehabilitación o de profesores de educación especial hacen esta tarea casi imposible. Lo más duro ocurre en los caseríos más alejados, donde los padres prácticamente abandonan a los niños Down, por considerarlos una carga o un castigo de Dios.
Hidrocefalia, meningitis, parálisis cerebral, malformaciones congénitas, tumores, labio leporino y paladar hendido, son otros males que afectan mayormente a los niños de la provincia sanmiguelina. María Giovanna es una niña que ahora tiene ocho años y que nació sin pies ni manos. Sus ojos vivaces y su infantil sonrisa desdentada se opacan al ver sus extremidades incompletas. Sus humildes padres lucharon contra las desventuras y lograron que la menor sea internada en el Hogar Santa Dorotea de Cajamarca.

Valientes luchadores
Sensibilizados por haber tenido un hijo con Síndrome de Down, un grupo de sanmiguelinos, con apoyo de la Congregación de Madres Ursulinas, conformó hace tres años la asociación civil Grupo de Apoyo a Personas con Discapacidad. Cada uno de sus integrantes considera que tener un descendiente con retardo, hipotiroidismo u otras dolencias es una bendición de Dios.
El más entusiasta de este grupo es, sin lugar a dudas, George Ramírez Vela, quien asumió el cargo de director administrativo. Hombre de raíces selváticas, con una energía desbordante y una chispa muy peculiar, recuerda con orgullo cómo su grupo de apoyo logró salvarle la vida a un niño llamado Geiner, natural del caserío de Yadén Bajo. El pequeño sufría una desnutrición crónica que había afectado su desarrollo físico. “Parecía un viejito pequeño. Con el grupo y las madres hicimos hasta lo imposible por ayudarlo y ahora gracias a Dios está viviendo en el Hogar Santa Dorotea de Cajamarca”, dice el popular George, poco antes de abrazar a su hijo Martín, quien nació 15 años atrás con Síndrome de Down pero que una buena educación en Trujillo lo ha convertido en un joven, aunque inquieto, muy independiente.
El Grupo de Apoyo también lo integran Madi Cueva, Esperanza Sánchez y Patricia Bardales, todas ellas madres de menores con alguna discapacidad. Entre ellas también se encuentran las hermanas ursulinas Ana María (quien nació con una malformación en las manos) y Kathleen Neely Carpenter, natural de Estados Unidos pero peruana de corazón, quien ya vive 30 años en nuestro país, la mitad en San Miguel.
Neely Carpenter, conocida de cariño como Hermana Katy, explica con optimismo que su objetivo es la construcción de un albergue y un centro de rehabilitación en San Miguel, donde laboren especialistas en terapia física y lenguaje, para apoyar a los niños y jóvenes discapacitados de la provincia. “Es un sueño que sólo lo podremos lograr con el apoyo de las autoridades, a quienes hago un llamado para que se sientan comprometidos con los problemas sociales que afectan a nuestros pobladores”, comenta en un ambiente de la Casa de Retiro de las Hermanas Ursulinas, donde se han reunido todos los integrantes del Grupo de Apoyo.
El Club de Leones de Cajamarca y su par de la urbanización Palermo de Trujillo son dos instituciones que han ofrecido su apoyo, el mismo que aún no se ha concretado. “Nosotros creemos que sus promesas pronto serán realizadas”, añade la carismática religiosa.
Muy entusiasta es también la hermana Ana María, joven y aficionada a la fotografía. Ella considera que Dios trae al mundo a niños con estos problemas físicos o psicológicos con un propósito mayor. “Yo recuerdo al pequeño Geiner, quien estaba desnutrido. Si Dios lo ha salvado, es porque espera algo de él. Y nosotros debemos colaborar con esta causa divina”, expresa.
Patricia Bardales, integrante de este grupo, explica que la posta médica de San Miguel sólo atiende complicaciones básicas y que, como en Cajamarca no existen especialistas en neurocirugía, sólo Trujillo o Lima son la esperanza de muchos menores. “Hay chicos que tienen tumores en la frente, y nadie los puede atender acá”, señala Bardales, quien también pidió el apoyo de las autoridades y del gremio médico peruano.
La fe católica profesa que el arcángel San Miguel luchó contra el demonio y su séquito de espíritus malignos, venciéndolos y hasta pisoteando la cabeza del rebelde Lucifer. Sólo Dios lo sabe, pero tal vez algún día los sanmiguelinos, inspirados por el poder de su patrón arcángel y con la ayuda del gobierno y de la sociedad civil, pisoteen y destierren todos estos males de su tierra. Una experiencia que bien podría replicarse en toda la serranía peruana.

OJO CON ESTO:
Las instituciones, autoridades o personas interesadas en apoyar la causa de este grupo, pueden escribir al e-mail osusmc@terra.com.pe o llamar a los teléfonos (076) 557003, 557129 y 300703.

6 de octubre de 2006

2 comentarios:

Jorge Tume dijo...

Hola Pier. Me llamo Jorge Tume y te escribo porque busco en las librerias de Trujillo "Devuelveme tu historia" y no lo encuentro. Ojala puedas darme datos donde puedo conseguirlo a jorgetume@hotmail.com.

Anónimo dijo...

muy buena informacion Pier ya q yo vivo en el centro poblado del Salitre es de suma importancia tener mas acceso de medios de comunicacion seguriad para q los turistas q visiten se sientan satisfechos espero la colaboracion de las autoridades
Atte silvino soto