martes, noviembre 07, 2006


Recorriendo los 111 años de historia que guardan las páginas de La Industria
Viaje al interior de
nuestro gran Archivo


Fue una tarea titánica, por momentos cargada de impaciencia y fracaso, pero también de sorpresas y sed de cultura. Recorrer los 111 años de ediciones del diario La Industria, ejemplar por ejemplar, página por página, sección por sección y letra por letra, no es algo que cualquier trujillano pueda realizar o haya realizado; por ello, el agotamiento, el polvillo y los innumerables estornudos, no fueron más poderosos que las ganas de adquirir más y más conocimientos en los casi dos meses de trabajo en nuestro Archivo.
Al comienzo, el trabajo sonaba simple. Sacar los libros que protegen las ediciones, buscar noticias interesantes, tomar algunos datos y finalmente redactar notas cortas para publicarlas en un suplemento especialmente preparado para el lanzamiento del nuevo diseño del diario, a realizarse en junio de este año. Corría el mes de abril de 2006.
Pepe Hidalgo me lanzó una mirada cómplice cuando el director nos encomendó la tarea. Todo parecía fácil. Además tendríamos dedicación exclusiva. Pero estábamos equivocados. Cuando empezamos a revisar los diarios más añejos que guarda nuestro Archivo, los de finales del siglo XIX, recién comprendimos que no eran 5, ni 10, ni 50, ni 80 años de ediciones. ¡Eran 111! Si cada año tiene 365 días, estamos hablando de 40 mil 515 ediciones. Al saber eso, mejor no quise pensar en el número de páginas que debía revisar, que de hecho bordeó el millón.
Resignado a nunca terminar, me zambullí en nuestras viejas ediciones. ¿Quiénes habrán sido los periodistas de estos tiempos?, pensaba cada vez que volteaba una página en busca de algún hecho relevante. Las figuras de Raúl Haya Cárdenas y Miguel Cerro Guerrero aparecieron desde los comienzos, sin imaginar ellos en aquellos días que décadas más tarde ese pequeño periódico que editaban se convertiría en el Vicedecano de la Prensa Peruana.
La búsqueda de datitos interesantes se transformó en una minuciosa tarea de investigación histórica, que no sólo incluyó anotar los hechos y su fecha, sino también fotografiar la edición correspondiente, para lo cual por suerte siempre andaban cerca y prestos a colaborar Américo Barriga y Celso Roldán.
Fue interesante encontrar las primeras líneas de La Industria a comienzos del siglo XX. “Mientras el siglo XIX se hunde en la noche oscura de los tiempos, se levanta su heredero y sucesor, sin volver los ojos, porque se lo impide la interminable sucesión de las palabras…”.
¡Aquellos días! La Industria constaba de apenas dos páginas, circulaba en la tarde, sus talleres quedaban en el actual jirón Pizarro y la información internacional era recibida mediante telégrafos. Imagino la Sala de Redacción, con periodistas en terno y con sombrero, que no se escuchan entre sí por el bullicio de las máquinas de escribir. No como ahora, que vestimos como queremos o podemos pasar desapercibidos con el sigiloso tecleo en computadora.
Los años fueron pasando y con ellos, los hechos importantes. En mi viaje a la historia, a través de nuestras páginas, me topé con los rezagos dolorosos de la guerra con Chile, la Primera Guerra Mundial, la detención de César Vallejo en la cárcel del jirón Pizarro, su posterior muerte en París, la Segunda Guerra Mundial, la construcción del estadio Mansiche, el triunfo de Gladis Zender, la llegada a la luna, el terremoto del 70, la época militar, la llegada del Papa Juan Pablo II a Trujillo, la época del fujimorismo y el cambio de milenio, sin olvidar la horrenda destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York. ¿Se imaginan cuántas fotografías y noticias guarda nuestro Archivo, sobre éstos y otros hechos que hoy forman parte de la historia de nuestra ciudad, del país y del mundo..? Yo sólo sé que cuando llegué al año 2006, después de un largo recorrido, había aprendido tanto o más de lo que alguna vez estudié en el colegio e incluso en la universidad.
Pero sin lugar a dudas, una de mis mayores satisfacciones al realizar esta tarea fue descubrir que por estas páginas han pasado hombres de la calidad de César Vallejo “(…) En un sillón antiguo sentado está mi padre; como una Dolorosa, entra y sale mi madre; y al verlos siento un algo que no quiere partir…”, escribía el vate en su poema Enjambre de Fiebre. Cómo no mencionar a Mario Vargas Llosa, quien nunca deja de hablar de su paso por esta empresa periodística, o al propio Ciro Alegría, quien en una confesión publicada el 20 de noviembre de 1965 prácticamente dijo que gracias a La Industria él aprendió a leer. “Cuando yo era niño y vivía en Marcabal Grande, entonces una hacienda enclavada en la provincia de Huamachuco, uno de los primeros periódicos que vi fue La Industria…”.
Fue precisamente Ciro, nuestro colega y amigo del pasado, quien nos llevó al almacén de la empresa para rescatar una vieja máquina de escribir que hoy se exhibe en nuestra Redacción: la máquina donde él redactaba sus crónicas. “Podría agregar yo que he estado allí siempre, con la nostalgia de los juveniles días en que la negra tinta de imprenta despedía fulgor de sueños”. Claro Ciro, tú, así como toda la historia que guarda nuestro Archivo, siempre estarán presente en mí y en toda esta nueva generación de periodistas, para llenarnos de orgullo por ser ahora nosotros quienes entintamos las páginas de La Industria con nuestros escritos y sentimientos.


Pier Barakat

4 comentarios:

julcafer dijo...

TERRICOLA

jean izquierdo V. dijo...

trabaja nomás esclavo! JA ja ja...

Un pedido (a la carta):
sírvenos unas cuantas crónicas pa degustar de esa pluma suculenta que te caracteriza, de paso que promocionas a "devuélveme tu historia", exquisito banquete cultural.

LUA dijo...

A tus 25 años conociste la historia de Trujillo en los últimos 111 años, wwoooww!!! Eres un libro viviente...jejeje!

Martín Vargas dijo...

Abrazos desde Lima mi estimado Pier. Sólo te faltó mencionar las crónicas del terror de las Burga y el doctorcito con corazón y cerebro de oropel. Jajaja.
Fuera de bromas, un grato descubrimiento el blog, aunque ya algo de tu talento había oteado en mis últimos días en La industria
salu2
Martín V