jueves, agosto 16, 2007

Todos los expedicionarios que lo deseen recorrerán el Camino Inka hacia Machu Picchu
Del llanto a la felicidad plena
Ya partió un primer grupo de aventureros hacia la ciudadela considerada como una maravilla moderna.

La española Alba García Herráez no pudo contener el llanto cuando le comunicaron que, por falta de cupos, ella no recorrería el Camino Inca hacia la ciudadela de Machu Picchu y debería abordar el clásico ferrocarril. Alba no lo podía creer. Había venido desde la Península Ibérica sólo para llegar a nuestra nueva maravilla a través del Qhapaq´Ñan (camino Inca), en un viaje de dos días y tres noches que incluye el escalamiento de montañas, el cruce de puentes colgantes y la visita a restos arqueológicos incaicos. Alba lloraba sin consuelo mientras que los otros 40 aventureros que como ella también habían quedado fuera del recorrido, reclamaban a voz en cuello, denunciaban una presunta estafa y trataban de resignarse.
Las dos primeras reuniones para coordinar el ingreso de los expedicionarios al Camino Inca fueron desastrosas y cargadas de altercados. Rubén La Torre, director de la Ruta Inka, intentaba calmar los ánimos soliviantados de los viajeros excluidos, pero sus esfuerzos eran en vano. “Yo he pagado la cuota completa, no me han pillado tomando o fumando y siempre he llegado temprano a las reuniones. Esto es una estafa, es muy injusto”, expresó un también molesto español David Rojas Calvo.
La denuncia de presuntos favoritismos para una delegación extensa de viajeros, el malestar porque algunos expedicionarios que dos años atrás ya habían recorrido el Camino Inca estaban nuevamente inscritos, o el haber seleccionado o descartado injustamente a los participantes, fueron hechos que conformaron una atmósfera muy cargada durante las primeras horas del día. Las baterías apuntaban a un solo personaje: Rubén La Torre.
Aunque la organización ofreció una ruta alterna a quienes quedaron fuera del Camino Inca, que recorrería el Nevado Salcantay y otros puntos previos a Machu Picchu, sólo cuatro la aceptaron. “A nosotros nos dijeron que íbamos a llegar a Machu Picchu a través del Camino Inca y por eso pagamos”, reclamó otro expedicionario indignado.
El problema surgió porque el Instituto Nacional de Cultura (INC) negó el paso de todos los expedicionarios por la actual temporada alta del turismo. Lo único que ofreció primero fue el paso de diez jóvenes de la Ruta Inka cada día, lo cual sólo alcanzaba para un total de 50. La organización de la ruta hizo lo posible por incrementar el número, pero al comienzo todo fue infructífero.
Algunos viajeros como yo (en total 20), ante esta realidad, nos ofrecimos a viajar en tren y nos autodescartamos. Yo, como periodista que debo enviar una crónica diaria, no tenía otra alternativa ya que, si ingresaba al Camino Inca, iba a ser imposible encontrar servicio de Internet para realizar mis despachos. “Mejor nos quedamos en Cusco y así podremos enviar notas de la ciudad, del Valle Sagrado y de las ruinas aledañas. Total, al final también llegaremos a Machu Picchu”, me dijo Roberto Chávez Loáciga, periodista nicaragüense que también prepara documentales del viaje.

Por fin una salida
El almuerzo del día se realizó en silencio. Tanto los seleccionados como los excluidos se lanzaban miradas celosas y algunos viajeros aún llevaban los ojos hinchados por haber llorado tanto. Sin embargo, el anuncio de una nueva reunión donde se iba a anunciar algo importante despertó nuevamente el interés y sembró una esperanza final. Y así fue. Katia Valencia León, monitora peruana, dio la buena nueva. “Todos los que deseen ir a Machu Picchu a través del Camino Inca, lo podrán hacer”, fue la frase que motivó la euforia de los viajeros. Sonrisas, abrazos y aplausos. “¡Iremos!”, gritaban algunos que habían sido excluidos.
El INC por fin cedió y llegó a un acuerdo con la Ruta Inka. Un primer grupo de 10 (que salió hoy temprano), luego otro grupo de 35 y un último con los sobrantes fue la salida a los reclamos y la causa de la felicidad colectiva. Todos los que lo quisieran, iban a pisar las huellas de los antiguos incas que construyeron el gran Machu Picchu, maravilla del mundo y orgullo del Perú.
El Camino Inca fue descubierto por Hiram Bingham en 1915 (cuatro años después del descubrimiento de Machu Picchu) y es, sin lugar a dudas, el más popular de los circuitos que existen en América del Sur. Este sendero de más de 400 años de historia, es una ruta muy cotizada y hay turistas que deben reservar cupos con varios meses de anticipación. Algunos historiadores coinciden en que el Camino Inca era el único acceso a la ciudad sagrada de Machu Picchu, en tiempos del Tahuantisuyo. Por ello, esta ruta ‘natural’ es tan apreciada en todo el mundo.
Con la buena nueva del viaje a la ciudadela a través del Qhapaq´Ñan, la Ruta Inka solucionó tal vez el último de sus conflictos y resurgió como la embajada de la amistad y de la hermandad que pretende unir a los pueblos del mundo. Una loable tarea cargada de utopía, locura y deseos de construir un mundo mejor.

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